DIEZ RAZONES BIBLICAS POR LAS CUALES SOY CATOLICO
AUTOR:
GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN CIENCIAS RELIGIOSAS.
1.
“Cristo es cabeza de la iglesia. Cristo es también el Salvador de la
iglesia, la cual es su cuerpo” (Efesios 5,23).
¡Cuántas veces no nos
hemos preguntado ante la gran avalancha de Iglesias Cristianas! ¿Cuál de todas
ellas es la verdadera? Al respecto, decía San Cipriano en el siglo III, que
“nadie puede tener a Dios por Padre, sino tiene a la Iglesia Católica por
Madre”. Asimismo, el cardenal John Henry Newman agregaba que “para conocer la
historia del cristianismo, es necesario dejar de ser protestante”. Por esta
razón, los católicos afirmamos que nuestra religión no fue fundada por ningún
hombre, como ocurre con las demás confesiones cristianas, y que muchas veces
como “lobos feroces” quieren acabar con
la iglesia (Hechos 20,29-30). Sino por el contrario, tiene sus orígenes
en Jesucristo que es la “roca firme” (Mateo 7,24-25), y por lo tanto, nadie
puede construir sobre otro cimiento (1 Corintios 3,9-11; 10,4; Efesios 2,20; 1
Pedro 2,4-6).
En cuanto al término “Iglesia Católica”, viene de dos
palabras griegas: “Iglesia” (Ekklésia)
asamblea de fieles (1 Corintios 1,2), y “Católica” (katholikós) universal (Romanos 15,10-11; 1 Corintios 12,13;
Colosenses 3,11; Apocalipsis 7,9). Fue utilizada por primera vez, por san
Ignacio de Antioquía en el año 106, cuando escribió una carta a los fieles de
Esmirna: “Allí donde está Cristo Jesús, está la Iglesia Católica”. Ahora bien,
la importancia del catolicismo, y su impacto en la historia de la humanidad han
sido muy profundos. Hablamos de una institución que ha existido más que ningún
imperio en la historia de la civilización. Ha durado tres veces más que el
imperio romano, y dos veces más que las
dinastías de los faraones de Egipto y de los emperadores de la China.
2. “Tú
eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el
poder de la muerte podrá vencerla. Te daré las llaves del reino de los cielos;
lo que tú ates en este mundo, también quedará atado en el cielo, y lo que tú
desates en este mundo, también quedará desatado en el cielo” (Mateo 16,18-19).
Hay que aclarar que la Iglesia Católica no es la Iglesia de
Pedro, sino la de Jesucristo representado en el apóstol; ya que Jesús mismo es
el “pastor principal” (1 Pedro 5,4). Aunque algunas iglesias cristianas se han
atrevido a decir que el pasaje del evangelio de Mateo fue añadido en el siglo
II. No obstante, en 1952 el teólogo y exegeta alemán protestante, Oscar
Cullmann, reconoció en su libro “El
Primado de Pedro”, que este texto del apóstol Mateo es auténtico, y que de
hecho designa a la persona de Pedro como el fundamento de la Iglesia de Cristo
(Comparar con Lucas 22,31-32; Juan 21,15-17). Igualmente, por haber sido Roma
la ciudad donde los santos apóstoles Pedro y Pablo murieron por el evangelio
(hacia el año 67), fue tenida desde los albores del cristianismo como la sede
principal de la Iglesia del Señor. Hacia el año 95, al final del reinado de
Domiciano, se conserva una carta del papa San Clemente Romano (tercer sucesor
de Pedro), a la comunidad cristiana de Corintio, donde habla del “glorioso martirio
de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma”. San Ignacio de Antioquia en el año 105
escribió: “A la Iglesia que preside en la ciudad de la región de los romanos,
digna de Dios, digna de honor, digna de bendición, digna de alabanza, digna de
ser escuchada, digna de castidad y presidente de la fraternidad según la ley de
Cristo”.
Del mismo modo, hacia el año 180 San Ireneo, obispo de Lyon,
afirmó que la Iglesia de Roma debía tenerse como “la mayor, la más antigua y la
más famosa de todas las iglesias”.
3. “El
que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en
el día último. Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre es verdadera
bebida” (Juan 6,54-55).
Para la mayoría de las Iglesias protestantes, la
“Eucaristía” (acción de gracias), es solamente un simbolismo de las palabras de
Jesús en la “Ultima Cena”, celebrado con los apóstoles en la víspera de la
fiesta de la Pascua (Pésaj), el
jueves santo del año 33 de nuestro era. Por otro lado, para las Iglesias
Católica y Ortodoxa, fieles a la tradición del mensaje divino, han enseñado que
la “Eucaristía” es verdaderamente la presencia del Cristo en la “Hostia”, que
será entregado por todos nosotros, y en el “Vino”, que será derramado por todos
nosotros, como un “nuevo pacto” con su muerte redentora en la cruz (Lucas
22,19-20). Por eso, el Hijo de Dios mandó a conmemorar a sus discípulos este
acontecimiento, en recuerdo suyo (1 Corintios
11,25), hasta que El vuelva (1
Corintios 11,26).
En los anales de la Iglesia Naciente hay constancias
escritas, como el testimonio de San Justino Mártir, quien hacia el año 155, le
explicaba al emperador romano Antonio Pío, sobre el memorial que hacían los
católicos: “Los fieles que asistían al
santo sacrificio comulgaban bajo ambas especies. Los hombres recibían la santa
hostia en su mano y las mujeres en un lienzo blanco; unos y otros bebían del cáliz que les
presentaba el sacerdote o el diácono. Al distribuir el pan, el sacerdote o el
diácono, decía: “Corpus Christi”, y
al presentar el cáliz: “Sanguis Christi”,
y el que comulgaba respondía: “Amén”.
Lo que sobraba del vino consagrado se repartía entre los niños presentes, y el
pan consagrado restante era llevado a
los enfermos y a los cristianos presos en los cárceles” (Comparar con Hechos
2,42). También San Ireneo, en su obra contra las herejías (año 180), escribe:
“El vino y el pan al recibir las palabras consagratorias se convierten en el
Cuerpo y en la Sangre de Cristo”.
Podemos resaltar además el famoso milagro eucarístico que se conserva en
Lanciano (Italia), cuando en el
siglo VIII, durante la misa un monje basiliano dudó de la presencia real de
Cristo en el momento de la consagración, y para asombro suyo la “Hostia” se
convirtió en carne de corazón humano y
el “Vino” en sangre
de tipo AB [la
misma de la Sábana santa en que envolvieron el cuerpo del Hijo del hombre al
ser bajado de la cruz, y que se conserva en Turín (Italia)]. Este milagro ha
sido plenamente confirmado por los resultados de los análisis de la ciencia
moderna, y cuenta con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud (ONU).
4. “Toda
Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para
corregir y educar en una vida de rectitud” (2 Timoteo 3,16).
La Iglesia Católica ha sido la custodia de la Palabra de
Dios, así por ejemplo: Hacía el año 170, se realizó el primer catálogo de los
libros del Nuevo Testamento; llamado el canon (o lista) de Moratori. Este
contenía los cuatro Evangelios y las 13 cartas de San Pablo. El teólogo Orígenes
(182-254), aseguraba que los cristianos del siglo III, usaban la versión de los
libros del Antiguo Testamento llamada de Los Setenta (que incluyen 46 libros),
aunque algunos judíos no lo aceptaban. En Antioquía, el sacerdote Luciano
(+312), hizo una revisión crítica del Antiguo Testamento de la versión de los
“Setenta”. San Atanasio en el año 367 da la lista definitiva de los 27 libros
del Nuevo Testamento. La totalidad de los libros aceptados como de inspiración
divina, se reconocieron en los concilios de Hipona (393), y el de Cartago
(397). La Vulgata (o divulgada) fue la primera versión autorizada de la Biblia
de los textos originales del hebreo, arameo y griego al latín; fue hecha por
San Jerónimo en el siglo IV, en la misma cueva de Belén donde nació el Salvador
del mundo. Antes de Martín Lutero, con la reforma protestante (siglo XVI),
existían 56 ediciones de la Biblia en diferentes idiomas en todo el continente
europeo. La primera Biblia impresa en la historia fue la Vulgata Latina, por el
alemán Johannes Gutenberg en el año 1455. Este ejemplar se encuentra hoy en la
biblioteca de Moscú (Rusia). La división de la Biblia en capítulos y versículos
del Nuevo Testamento, fue elaborada por el teólogo Esteban Langton; arzobispo
católico de Canterbury en el año 1214;
mientras que la del Antiguo Testamento, fue impuesta por el fraile dominico Santos Pagnini, en el
año 1517. Estas dos modalidades han sido aceptadas por las demás Iglesias
Cristianas. En el año 1892 el papa León XIII creó la escuela bíblica de Jerusalén,
bajo la dirección de la orden de los dominicos; quienes se encargan de las
excavaciones arqueológicas en Tierra Santa. En el año 1907, el papa San Pío X
dio origen al instituto pontificio de estudios bíblico, a cargo de
los jesuitas. Hoy en día existen diferentes ediciones católicas de la Palabra
de Dios (2 Tesalonicenses 3,1).
5. “Vayan,
pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos.
Bautícenlas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y
enséñeles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo
estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28,
19-20).
Este mandato divino de dar a conocer la “Buena Nueva”
se cumple desde los apóstoles
(enviados), cuando “todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de
enseñar y predicar a Jesucristo” (Hechos 5,42; 20,20). Posteriormente, se ha visto testificada con la
cristianización de los césares romanos, con Constantino el Grande, el primer Princeps Christianus (Príncipe
Cristiano), y luego confirmado con Teodosio I; ambos en el siglo IV. Después de esto, sacerdotes y monjes
benedictinos, hicieron lo mismo con las tribus bárbaras que poblaban toda
Europa; especialmente con la conversión del rey franco Clodovedo en el 496, y
con el gran monarca protector de la Iglesia Católica, Carlomagno (742-814). A
partir del siglo XVI el catolicismo se
extendió por el resto del mundo, gracias a la Predicación de valientes
misioneros franciscanos, dominicos,
jesuitas, mercedarios, agustinos y demás (Hechos 1,8).
En la actualidad la Iglesia Católica cuenta con 4.800
obispos en las diversas diócesis del mundo, 407.000 sacerdotes, 800.000
religiosos y religiosas y 3 millones de laicos comprometidos.
6. “Dichosos
los que sufren persecución por hacer lo que Dios exige, pues el reino de Dios
les pertenece” (Mateo 5,10).
A lo largo de la historia de la salvación la Iglesia
Católica es la que ha dado más mártires (testigos de la fe) en el cristianismo.
Se calcula que en veintiún siglos han sido 70 millones, entre los que se
encuentran papas, obispos, sacerdotes, religiosos, monjas, misioneros,
catequistas, neo-catecúmenos, seglares, niños y niñas. Solamente en los cuatro
primeros siglos durante las represarías del imperio romano, se estima que
fueron once millones. Al respecto, el escritor romano Tácito (siglo II), narra
como a los condenados se les colocaba pieles de animales para ser devorados por
los leones y los mastines en el circo máximo; a otros les untaban grasa de
cerdo para ser luego amarrados a los postes en los jardines imperiales o en la
Vía Apia, como antorchas humanas en la noche; o también eran crucificados vivos
en masa, por haber proclamado con valentía antes los tribunales paganos: “Chistianus Sum” (Soy Cristiano). Cumpliéndose
así la célebre frase de Tertuliano (siglo III): “la sangre de los mártires es
semilla para nuevos cristianos” (Apocalipsis 18,24). Del mismo modo, en el
siglo XX hubo un promedio de 27 millones de católicos que murieron por la fe;
como en las persecuciones religiosas en España, México, la Alemania nazi, en la
ex Unión Soviética, en la China
comunista, en las guerras internas de algunos países de África, América Latina
y demás (1 Pedro 2,20-21). Ellos son “los que han lavado sus ropas y las han
blanqueado en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7,14), están “vestidos de
blanco y llevaban hojas de palma en las manos” (Apocalipsis 7,9).
7. “Vengan
ustedes, los que han sido bendecidos por mi Padre; reciban el reino que está
preparado para ustedes desde que Dios hizo el mundo. Pues tuve hambre, y
ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como
forastero, y me dieron alojamiento. Me faltó ropa, y ustedes me la dieron;
estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a verme” (Mateo
25, 34-36).
Ninguna otra institución a nivel mundial ha hecho más por el
prójimo como la Iglesia Católica; y es así como desde los tiempos de la iglesia
primitiva, los obispos construían casas de protección para las viudas y
huérfanos, y albergues para los peregrinos. En tiempos del papa Cornelio (siglo
III), la iglesia romana atendía a 1.500 viudas y huérfanos. San Basilio, arzobispo de Cesarea
(Turquía) en el siglo IV, fue el primero es fundar un hospital para pobres y un
ancianato. La asistencia a los enfermos se dio por
medio de comunidades religiosas fundadas por San Juan de Dios, es España (siglo
XVI); o San Camilo de Lelis, en Italia (siglo XVII). El amor a los esclavos
africanos, fue el apostolado que caracterizó la vida de San Pedro Claver, en
Colombia (siglo XVII). Las escuelas públicas son obra de santos como San Juan
Bautista de la Salle, en Francia (siglo XVII);
San José de Calasanz, en Italia (siglo XVIII); San Marcelino Champagnat,
en Francia (Siglo XIX) o San Juan Bosco, en Italia (siglo XIX). La protección
de los derechos civiles de los obreros fue iniciada por el Papa León XIII en el
siglo XIX.
Hoy en día la ONU ha reconocido que la Iglesia Católica, es
la institución a escala mundial, que más asiste a la mujer en el campo de la
salud, la educación y la promoción humana. También se ocupa del 26% de todos
los enfermos de SIDA en el mundo. La labor social en todo el planeta, está
distribuida de la siguiente manera: 164.000 mil centros de educación, 1.813
universidades, 9.616 orfanatos, 15.208 ancianatos, 5.246 hospitales, 17.530
dispensarios, 780 leprosorios, 31.312 centros de rehabilitación y 12 mil obras
caritativas y sociales (Santiago 2,26).
8. “La
iglesia del Dios viviente, la cual sostiene y defiende la verdad” (1 Timoteo 3,15).
La Iglesia Católica a través de los siglos ha defendido la
verdadera doctrina del cristianismo (Gálatas 1,6-9), de las continuas herejías
(falsas enseñanzas) que empezaron a circular desde los tiempos de los apóstoles
(2 Pedro 2,1-2). Esta misión se ha dado
por medio de:
- Los
Padres Apostólicos: Fueron aquellos santos que conocieron en vida a los
Apóstoles, como: San Papías, San Ignacio de Antioquía, San Policarpo, San
Clemente Romano, San Justino Mártir.
- Los Padres de la Iglesia: Fueron los
escritores tanto de la Iglesia en Oriente como en Occidente (Siglos II al
VIII), como: San Atanasio, San Juan Crisóstomo, San Gregorio Nacianceno, San
Basilio, San Ambrosio.
- Los Doctores de la Iglesia: Son
aquellos que a parte de haber llevado una vida de virtud, sobresalieron por su
ciencia eminente en la doctrina del catolicismo, muchos además fueron Padres de
la Iglesia; y han sido declarados como tales por el Sumo Pontífice o un
Concilio Universal. Son 33 en total, como: San Agustín, San Jerónimo, Santo Tomás
De Aquino, San Buenaventura, San Alfonso De Ligorio, San Juan de la Cruz;
incluyendo además a tres mujeres: Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de
Ávila y Santa Teresita del Niño Jesús.
- Los Concilios Ecuménicos (Universales):
Son la reunión del Papa con los obispos para darle respuesta a una cuestión de
fe. Se han celebrado 21 Concilios Ecuménicos.
- Las Encíclicas: Son cartas pastorales
del Romano Pontífice para apoyar o aclarar lo dicho anteriormente.
9. “Porque
Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava, y desde ahora siempre me
llamarán dichosa; porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas” (Lucas
1,48-49).
La Iglesia Católica siempre ha visto en la Virgen María no
solamente a la Madre del Salvador (Mateo 1,18), sino también a la Madre de
todos los creen en Jesús (Apocalipsis 12,17), obedeciendo así el cuarto
mandamiento de la ley de Dios: “Honra a tu padre y a tu Madre” (Marcos 7,10). La palabra
“honrar” en hebreo también significa “glorificar”. Por lo tanto, Jesús que es
el hombre perfecto (Hebreos 7,28), también “glorificó a su Madre”. Los padres
franciscanos al construir la actual basílica de la Anunciación en Nazaret,
encontraron un grafito del siglo II que dicen: “Charia María” (alabada sea María). Igualmente, en la catacumba de Priscila en la vía Salaria de Roma, hay una pintura
que representa a la Virgen María y al Niño en compañía de Isaías, arriba
aparece la estrella de a profecía de Balaam: “De Jacob avanza una estrella”
(Números 24,17). Es considerada la referencia más antigua de la devoción de la
Iglesia Católica a Nuestra Señora. Ya
en el siglo III, como se deduce de un antiguo papiro, los cristianos de Egipto
se dirigían a María con esta oración: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre
de Dios. No desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro, o Virgen Gloriosa y Bendita”. Aquí
aparece por primera vez la expresión griega “Theotokos”, que literalmente significa “la que ha engendrado a
Dios” (Lucas 1,41-45).
10.
“Sean ustedes perfectos, como su Padre
que está en el cielo es perfecto” (Mateo 5,48).
La santidad se ha
definido teológicamente como la manifestación del Altísimo en los seres
humanos, para que caminen en su presencia y cumplan sus mandatos. Los cristianos
por la gracia de Dios participan de este privilegio, y por eso los apóstoles
Pedro y Pablo usan la palabra “santo”, para referirse a los fieles y a las
comunidades de creyentes (Hechos 9,32; 1
Corintios 1,2); ya que por el bautismo somos liberados del pecado y unidos en
Cristo Jesús, quien es el “Santo de los
santos” (Hebreos 7,26). Asimismo, todo aquel que está en el cielo, y participa
de la visión beatífica del Padre Celestial, es considerado como “santo” (Colosenses
1,12).
Nunca habia entredo a su pagina, pero ahora que la e estado estudiando parece que me va a set De mucho probecho para mi preperacion tienen muy Buenos temas DIOS Los bendiga
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