sábado, 29 de septiembre de 2012

Pedro y Pablo


EL APOSTOL PEDRO


Su nombre era Simón Bar-Jona hijo de Jonás, era un rudo y sencillo pescador del lago de Genesaret, que vivía con su mujer y su suegra en la aldea de Betsaida en la región de Galilea. Pedro junto con su hermano Andrés seguidor de Juan el Bautista, y sus amigos y compañeros de trabajo Santiago el mayor y Juan el discípulo amado, se encontraron entre los primeros apóstoles de Cristo Jesús, quien le cambió su nombre por Pedro, Kefa en arameo o Cefas en griego, que quiere decir “piedra” o “roca” (Juan 1,40-42); invitándolo a hacer desde entonces “pescador de hombres”(Lucas 5,10).

Pedro siempre encabeza la lista de los doce amigos del Señor (Mateo 10,2; Marcos 3,16; Lucas 6,14; Hechos 1,13), él mismo se nombra como “siervo y apóstol de Jesucristo” (2Pedro 1,1) ”testigo de los sufrimientos de Cristo”(1Pedro 5,1), aparece a veces como el portavoz de los apóstoles ( Mateo 18,21-22; Marcos 10,28), A él lo interrogan los que cobraban impuestos para el templo (Mateo 17,24-27); además Pedro, al lado de Santiago y Juan, fueron los tres discípulos más cercanos al Salvador, y estuvieron presentes en la resurrección de la hija de Jairo (Marcos  5,37), en la transfiguración en el monte Tabor (9,2); ellos tres con Andrés lo interrogan en el monte de los Olivos, sobre las señales antes del fin (13,3-4). Son también Pedro y Juan los encargados de preparar la “Ultima Cena” (Lucas 22,7-8), y nuevamente los tres  son llamados por el Mesías a permanecer vigilantes, mientras él hace oración en el Getsemaní (Marcos 14,32-33). “Por eso, Santiago, Pedro y Juan...eran tenidos como columnas de la iglesia”(Gálatas 2,9).   

El amor y la confianza de Pedro a su Divino Maestro, se vio probado cuando empieza a caminar sobre las agua para salir a su encuentro (Mateo 14,25-31); ante el abandono de los judíos que no creían que Cristo era el verdadero “pan bajado del cielo”, es Pedro quien reconoce que solo él tiene “palabras de vida eterna”(Juan 6,68); en un acto de valor momentáneo tiene el coraje de decir que iría por su Señor a la cárcel y hasta la muerte  (Lucas 22,33); el arrojo al cortarle la oreja a Malco, cuando lo van a apresar en la noche del Jueves Santo (Juan 18,10). Asimismo, después de la resurrección se encontraba pescando en el lago de Tiberias, en compañía de otros apóstoles, y aparece Jesús en la orilla, entonces “Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa, y se tiró al agua” (Juan 21,7).

El pasaje bíblico más contundente que demuestra la importancia de Pedro, lo encontramos en Mateo 16,13-19; cuando el Unigénito de Dios en la región de Cesarea de Filipo, les pregunta a sus discípulos: “-¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” (13); ante la confusión de los demás, Pedro contesta acertadamente “- Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios viviente”(16; comparar con Marcos 8,27-29; Lucas 9,18-20). No obstante, no era la primera vez que uno de los doce reconocía la naturaleza  y misión divina de Jesucristo; pues al principio de su ministerio, Natanael (o Bartolomé) también le dijo: “- Maestro  ¡tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel!” (Juan 1,49). Igual respuesta encontramos en otra ocasión de los demás discípulos: “!En verdad tú eres el Hijo de Dios!” (Mateo14,33). Pero solamente a Simón Pedro, Cristo Jesús le dice que su declaración no viene de los hombres sino de Dios Padre que está en el cielo (Mateo 16,17). Seguidamente Jesús agrega: “Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera  el poder de la muerte podrá vencerla”(18). En este punto hay que aclarar que la Iglesia Católica no es la Iglesia de Pedro, sino de Cristo representado en el apóstol, ya que el Santo de Dios es el “pastor principal” (1Pedro 5,4). Por último, el Mesías le da plena autoridad, bajo el símbolo de las “llaves del reino de los cielos”(Mateo 16,19; Apocalipsis 3,7), de “atar y desatar en la tierra y en el cielo”. Es decir, que Dios da por bueno y aprobado lo que Pedro haga con su iglesia en el mundo.

Del mismo modo, hay otros dos momentos en que el Verbo de Dios vuelve a mencionar la autoridad de Pedro:

1. “Dijo también el Señor: - Simón, Simón, mira que Satanás los ha pedido a ustedes para sacudirlos como si fueran trigo; pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, ayuda a tus hermanos a permanecer firmes” (Lucas 22,31-32).

2. Pedro quien es el único del grupo que niega “tres veces” a su Maestro, en el patio de la casa del sumo sacerdote (Lucas 22,34. 54-62); sigue siendo su elegido, y a pesar de que el Señor conocía de antemano su debilidad humana (Lucas 5,8),al confirmarle por “tres veces” que él será el “pastor de sus corderos y de sus ovejas” (Juan 21,15-17).

Por otra parte, los apóstoles reconocen la primacía de Pedro, así por ejemplo Juan lo deja entrar de primero al sepulcro vació el domingo de resurrección(Juan 20,3-8); igualmente, Pablo manifiesta que Cristo se apareció a Pedro, y luego a los doce (1Corintios 15,5; véase también Lucas 24,34). El mismo apóstol de los gentiles viaja a Jerusalén para conocerlo (Gálatas 1,18). Fue Pedro quien toma la palabra ante los ciento veinte creyentes, en la escogencia  de Matías en remplazo de Judas (Hechos 1,15); en el día de Pentecostés con la llegada del Espíritu Santo, es el primero que empieza a proclamar a Cristo resucitado (2,14.32), “Así pues, los que hicieron caso de su mensaje fueron bautizados; y aquel día se agregaron a los creyentes unas tres mil personas”(41). Es también el primero en hacer un milagro público al curar al cojo de nacimiento en el templo de la Ciudad Santa (3,6), después se dedica a predicar el evangelio en el pórtico de Salomón (3,12ss), y ante el consejo del Sanedrín, anuncia a las principales autoridades religiosas del pueblo judío, la salvación traída con Jesucristo (4,8ss). Pedro y los demás apóstoles, responden a la prohibición de enseñar en el nombre de Jesús, “- Es nuestro deber obedecer a Dios antes que a los hombres”(5,29). Pedro pone al descubierto la mentira del trágico caso de Ananías y Safira (5,1-10); y reprende a Simón, el mago, que había ofrecido dinero a los apóstoles para obtener el Espíritu Santo con la imposición de las manos (8,18-23). La predicación de Pedro en la casa del capitán romano Cornelio, trae como resultado el bautismo y la aceptación del mensaje de Dios de una familia no judía (10,44-48). Este hecho generó en algunos creyentes de Jerusalén un gran malestar (11,1-2); pero ante la explicación  de Pedro de sus actos, “todos se callaron y alabaron a Dios” (18). Además cuando el rey Herodes lo manda a prisión, se eleva en toda la iglesia una oración por él (12,5), lo que provoca la intervención milagrosa de un ángel del Señor que lo saca de la cárcel (6-10).

En el incidente ocurrido en la iglesia de Antioquía sobre la cuestión de imponer la circuncisión a los cristianos procedentes del paganismo, Pablo le llama la atención a Pedro por tomar partido en este punto (Gálatas 2,11-14). Sin embargo, Pablo lo que le reprocha es su forma de actuar, pero no pone en tela de juicio su misión de jefe del colegio apostólico y de la iglesia de Cristo. Incluso, es el mismo Pedro quien pone fin a la discusión  ( Hechos 15, 6-11); lo que contó además con las  palabras  de  Santiago  a favor  suyo (13-14).  Por todo  esto,  Pedro aparece como el primer apóstol de los paganos (7), y también de los judíos (Gálatas 2,7-8).




PEDRO Y PABLO EN ROMA

I. MISION APOSTOLICA


Decía el historiador protestante Robert Maclauner que “los inicios del  cristianismo apuntan hacia Roma”. Del mismo modo, agregaba San Ambrosio en el siglo IV, que “allí donde está Pedro está la Iglesia Católica”. Según la tradición antigua el apóstol Pedro fue siete años obispo de Antioquía, luego al ser liberado de la cárcel en Jerusalén en el año 42, se dirigió a la capital del imperio romano, y se puso al frente de aquella comunidad cristiana que había sido escogida por Dios (1Pedro 5,13). Eusebio y San Jerónimo sugieren que fueron veinticinco años; sin embargo, no fueron continuos, pues Pedro estuvo de nuevo en la Ciudad Santa en el año 49 o 50. Quiere decir que Roma era su sede principal, pero los apóstoles eran considerados como pertenecientes a toda la Iglesia Católica. Cuenta una leyenda piadosa que hacia el año 60 Pedro se encontraba de camino a la misma ciudad, y se le apareció Jesús que le dijo que iba para ser crucificado otra vez. El mismo Señor había anunciado que Pedro moriría por su fe, glorificando con su muerte a Dios (Juan 21,19).

II.  MARTIRIO DE PEDRO


Cuando el primer Vicario de Cristo llegó a Roma, los cristianos la identificaban como la otra “Babilonia la grande”, la ciudad construida sobre siete colinas (Apocalipsis 17,9); era la capital de los nuevos opresores idólatras, metrópoli grande, lujosa y pecadora (14,8;17,5;18,1ss), con un gran poder político, militar y económico. No menos corrompido era su emperador Nerón César (54-68), nombrado por San Juan en el libro de las revelaciones como la Bestia, el 666, que es un número de hombre (13,18). Ahora bien, en el año 64 el maniático monarca mandó a incendiar la ciudad, metiéndole la culpa a los cristianos, que eran considerados como una secta judía, hostiles a la sociedad pagana, y acusados de rendirle tributo a Jesucristo en vez que al emperador y a sus ídolos. El historiador romano Tácito narra como a los cristianos se les colocaba pieles de animales para ser devorados por los leones y los mastines en el circo, o untándoles grasa de cerdo para ser luego amarrados a los postes en los jardines imperiales o en la Vía Apia, como antorchas humanas en la noche. cumpliendo así la célebre frase de Tertuliano: “la sangre de los mártires es semilla para nuevos cristianos” (comparar con Apocalipsis 18,24).
En esta misma persecución fue hecho prisionero el apóstol Pedro en la cárcel mamertina, y luego crucificado boca abajo en un acto de humildad, cerca al circo romano, en la colina vaticana. Aquí fue enterrado por sus seguidores en un cementerio contiguo; se decía que una pared de color rojo marcaba el lugar.

III. PRUEBAS HISTORICAS


 Treinta años después del martirio del apóstol,  el Papa San Anacleto construyó  un oratorio donde los fieles se reunían.  También  se encuentra el testimonio del Papa San Clemente Romano, quien escribió una carta contemporánea del evangelio de San Juan (90 d.C.), en la que narra la muerte gloriosa del pescador de Galilea. En el siglo II, San Ignacio de Antioquía, San Papías, San Clemente de Alejandría, Tertuliano, el obispo Dionisio de Corintio y el llamado canon moratoriano; confirman el martirio de los príncipes de la iglesia “Pedro y Pablo” en Roma. De los relatos no cristianos resalta la crónica de Celso al emperador Adriano (117-38), quien asegura que el nombre de Pedro gozaba de popularidad en la capital del imperio. A principios del siglo III San Ireneo, obispo de Lyon, escribe la lista de los obispos de la Ciudad Eterna, en la que dice que “después de los santos apóstoles (Pedro y Pablo) hubieran fundado la iglesia, pasó a ocupar el episcopado romano Lino (mencionado por San Pablo en 2Timoteo 4,21), y después le sucedió Anacleto y tras éste Clemente (Romano), quien conoció en persona a Pedro”.  En el año 251, San Cipriano llama a la iglesia romana como “la silla de Pedro y la iglesia principal”. Igual opinión tiene en el siglo IV el historiador eclesiástico, Eusebio de Cesarea, basado en documentos del siglo II.

IV. EL CAMPO DE LA ARQUEOLOGIA


En cuanto a las pruebas arqueológicas del sepulcro de Pedro, se tienen  noticias antes que se construyera la basílica que lleva su nombre, por el emperador Constantino en el siglo IV, exactamente encima de  la tumba del santo apóstol, en donde los primeros cristianos celebraban la eucaristía y enterraban en las paredes y en el suelo de las galerías a los mártires, incluyendo varios Papas (siglos I-IV). A principios del siglo XIX, las catacumbas del Vaticano fueron identificadas en su totalidad, y a finales del mismo siglo se descubrió la cripta de los Papas con los epitafios del siglo III, de Ponciano, Fabiano, Cornelio y otros. En el Vaticano se encuentran  además los restos de muchos Papas de los tiempos modernos, como los cuerpos incorruptos de San Pío X y del Beato Juan XXIII, que están expuestos a la veneración pública. Asimismo, en las excavaciones efectuadas en 1915 en la gruta de la basílica de San Sebastián, se halló un muro cubierto con invocaciones a los apóstoles Pedro y Pablo, donde sus reliquias fueron llevadas por un tiempo, debido a las persecuciones del emperador Valeriano (253-60).

Desde el año 1941 se realizaron nuevas investigaciones en las catacumbas del Vaticano por orden del Papa Pío XII, el grupo estaba conformado por cuatro expertos del instituto pontificio de arqueología cristiana. Encontraron pinturas, mosaicos con símbolos de los inicios de la iglesia como el pez, la paloma, el ancla y el cordero; figuras de Cristo y escenas bíblicas, imágenes religiosas, monedas , tumbas de cristianos y paganos. En el año 1958 bajo el pontificado de Juan XXIII se dio la noticia que los arqueólogos habían dejado al descubierto un grueso muro de color rojo, al lado hallaron varias cajas de plomo llenas de restos de diferentes personas y animales domésticos. En una de las cajas se verificó por pruebas de laboratorio los huesos de un hombre robusto entre los 60 y 70 años de edad, del siglo Primero de nuestra era; los mismos fueron identificados plenamente por Pablo VI en 1968, como las “reliquias de San Pedro”, que ya habían sido mencionadas en el año 200, por el clérigo romano Cayo, como el “trofeo” del Vaticano.(25) Los huesos del apóstol fueron depositados en una capilla debajo del altar mayor de la basílica de San Pedro, y permanecen visibles en una urna con un cristal.

en otra basílica romana “San Pedro in Vincoli”, se conservan según se cree las Cadenas con que ataron al santo apóstol en Jerusalén, y que fueron encontradas en una peregrinación por Eudoxia, esposa del emperador Teodosio II. Una parte de dichas Cadenas quedaron en Constantinopla, y algunos eslabones fueron enviados a Roma. Posteriormente, el Papa San León el Grande, unió milagrosamente estos eslabones con otros que se conservaban de la preciada cadena.


V. MARTIRIO DE PABLO


De la permanencia del apóstol de lo gentiles en la Ciudad Eterna, aparece constatada al final del libro de los hechos de los apóstoles, en la epístola a los romanos, y en la segunda carta a Timoteo; cuando estaba preso en la misma cárcel mamertina, aquí en una de sus celdas se puede observar la columna en la que se dice que fueron atados los dos santos. San Pablo por ser ciudadano romano fue decapitado en la periferia de la ciudad. La tradición cristiana asegura que la cabeza del  mártir dio tres vueltas sobre la tierra, y en cada punto brotó una fuente; es por eso que este lugar es conocido como “tre fontane”. La tumba de este otro príncipe de los apóstoles está en la basílica de San Pablo Extramuros, edificada también por Constantino el Grande. La iglesia se mantuvo en su forma original hasta 1823, fecha del incendio que la destruyó, siendo consagrada nuevamente  en  1854.  En  las  paredes  de  su  interior  se  exhiben   los  Retratos de los 263 Papas sucesores de  San  Pedro.  Igualmente,  en  la basílica  de San  Juan  de Letrán, construida por el mismo emperador, es la catedral oficial del romano pontífice, y recibe el título de “iglesia madre de la cristiandad”. Aquí reposa desde hace mil años las cabezas de los santos apóstoles, en dos relicarios de oro en una urna debajo del altar mayor. Hay otra reliquia de San Pedro, la mesa donde se cree celebraba la misa en las catacumbas. Esta basílica a lo largo de su historia ha estado expuesta a terremotos, saqueos e incendios; y por eso ha sido restaurada en varias ocasiones. 

 

 

VI. LA FIESTA LITURGICA


 La Iglesia Católica celebra el martirio de San Pedro y San Pablo el 29 de junio del año 67, esta  es una de las conmemoraciones religiosas más antiguas y solemnes del calendario litúrgico. En el siglo IV se acostumbraba oficiar  tres misas el mismo día; una en la basílica de San Pedro, la segunda en San Pablo Extramuros, y la tercera en las catacumbas de San Sebastián.   


LA CIUDAD DEL VATICANO


La palabra Vaticano proviene del latín “Vates” y significa  “echadores de la buenaventura”, haciendo referencia a los tiempos de la Roma imperial, donde habían hombres que se sentaban en las laderas de esta colina para anunciarles el porvenir a las personas, y acabaron por darle el nombre de Vaticano. Fue en este mismo lugar donde el apóstol Pedro, fue crucificado cabeza abajo y enterrado por orden del emperador Nerón hacia el año 64 0 67 de nuestra era. Posteriormente, en el año 324 el emperador Constantino levantó una basílica en honor del pescador de Galilea. Esta tumba se encuentra debajo del altar mayor de la actual basílica de San Pedro, en la llamada “gruta del Vaticano”, en la parte de arriba se puede observar el baldaquin barroco de Bernini, sostenido por cuatro columnas salomónicas.

El Vaticano se convirtió oficialmente en residencia pontificia desde el año 1424, cuando el papa Nicolás  V decide abandonar la sede del palacio de Letrán. En el año 1626 se consagra la nueva basílica, en este diseño arquitectónico la cúpula renacentista hecha por Miguel Angel representa la cabeza del San Pedro, y los semi círculos  de las columnas con 143 imágenes de santos en el techo, simbolizan los brazos abiertos que acogen a los fieles que van entrando hacia la basílica. En 1870 ante la pérdida de los territorios pontificios y la creación del nuevo estado italiano, el papa de aquel entonces Pío IX se declara prisionero del Vaticano, y fue solamente hasta 1929 cuando se firma el pacto lateranense entre Mussolini y el papa Pío XI, dando origen al Estado Ciudad del Vaticano donde el romano pontífice es su máxima autoridad. Es esta la razón por la que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con 168 naciones, por medio de un nuncio o delegado apostólico, con el fin de tratar  los asuntos eclesiásticos como la libertad religiosa, mediante un tratado que recibe el nombre de concordato.

La ciudad del Vaticano cuenta con cerca de cuatro mil habitantes,  los cardenales que gozan de la ciudadanía vaticana hacen parte de la llamada “curia romana”, conformada además por  sacerdotes, teólogos y canonistas de las diferentes congregaciones, tribunales y oficinas, que se encargan de ayudarle al Vicario de Cristo en el gobierno temporal de la Iglesia Católica. Igualmente, se encuentran religiosos, monjas y empleados laicos que se dedican a otras labores. Ya en cuanto a la seguridad del Vaticano está conformada por dos grupos: la guardia suiza fundada en 1506 por Julio II, el llamado  “papa guerrero”; es un pelotón de 120 hombres con sus distintivos uniformes acompañados de alabardas, picas y dagas; tienen sus propios cuarteles y viviendas, encargados de vigilar las dependencias del Vaticano; además gozan del reconocimiento de ser el cuerpo militar más antiguo que haya servido de una manera continua. El segundo grupo, es la policía vaticana que es la vigilancia privada del papa en todos sus desplazamientos.

El Vaticano cuenta con su propio himno y bandera con dos franjas iguales blanca y amarilla, en la primera está estampada la tiara (o corona) papal sobre dos llaves cruzadas, que representa el poder de Jesús dado al apóstol Pedro (Mateo 16,19). El idioma oficial es el latín, tiene sellos de correo y monedas con la cara del papa. El Vaticano no tiene semáforos, transporte público, peluquería, lavandería, puestos de venta de periódicos, escuelas, hospitales ni empresas privadas. El servicio de electricidad, agua potable, alcantarilla y recolección de basura lo hace la municipalidad de Roma. Otras dependencias son el observatorio astronómico a cargo de los jesuitas, considerado el más antiguo, en funcionamiento desde 1579; la radio vaticana que empezó a emitir en 1931, sus 300 programas semanales  en 40 idiomas son escuchados por unos 80 millones de oyentes en un centenar de países; servicio de cine desde 1983 y de televisión desde 1984 con producciones propias. Dispone de un ferrocarril y estación de tren, también una estación de bomberos con 120 voluntarios de guardia permanente, la oficina de correos es del siglo XIV, la farmacia es de las primeras que se conocen, pues data del año 1277, y un centro de salud creado en 1953. Su red telefónica está en funcionamiento desde 1886, se encuentra  un supermercado  para los empleados. Los carros tienen sus propias placas SCV (Stato Cittá Vaticano). Su imprenta dispone de más de 40 alfabetos diferentes, el diario vaticano se llama L’Osservatore Romano, fundado en 1861, circula en más de cien países con un tiraje de 60.000 ejemplares, destinado más que todo para los jerarcas católicos.

 El Vaticano es visitado todo el año por más de diez millones de peregrinos y turistas, hay varias atracciones como el obelisco egipcio de 23 metros de altura del emperador Calígula, que fue trasladado del circo romano a la plaza de San Pedro en 1586; en este mismo lugar se encuentran dos fuentes de agua, asimismo se puede pasear por los jardines bellamente adornados. El Vaticano está compuesto por más de cincuenta palacios, edificios de oficinas y residencias; el papa vive en el llamado palacio apostólico con 1.400 habitaciones. En cuanto a la ya mencionada basílica de San Pedro se puede destacar que es la más grande del catolicismo, tiene cerca de 500 columnas, 430 grandes estatuas, 40 altares y 30 cúpulas. En una de sus capillas se encuentra la famosa escultura de “la piedad” de Miguel Angel, también hay una imagen de bronce  del apóstol Pedro sentado con las llaves en una de sus manos, y cuyos pies están pulidos y brillantes, por todos los besos que los devotos les han dado por espacio de más de seis siglos y medio; en otra capilla se conservan tres importantes reliquias: el lienzo de la Verónica, un trozo de la verdadera cruz traída de Jerusalén por la emperatriz Santa Elena en el siglo IV; y la punta de la lanza de San Longinos, con la que fue atravesado el costado de Cristo. No podemos dejar a un lado, la capilla sixtina con sus frescos del juicio final, es aquí donde se realizan el cónclave para escoger un nuevo papa.

Hay diferentes museos entre los que se destaca el egipcio gregoriano con papiros, pinturas, sarcófagos de madera, momias y varias piezas de la cultura del río Nilo. El museo histórico donde se hallan recuerdos de la época militar del papado, entre uniformes y armas de guerra de la antigua guardia noble, la guardia de honor y de los gendarmes. La estancia de Rafael, son cuatro habitaciones con obras de arte de renombrados pintores; la biblioteca del Vaticano, una de las más completas del mundo, con más de un millón  de libros, cien mil mapas, casi cien mil manuscritos y unos cuatro mil volúmenes del llamado “Indice” de los libros prohibidos por el tribunal del Santo Oficio, desde el papa Pablo IV en 1559, hasta Pablo VI en 1966. Hay varios archivos como en de las reliquias donde se guardan  huesos de santos y mártires de los primeros siglos del cristianismo. Otro archivo de cartas de personajes  importantes, como la enviada por el rey Enrique VIII al papa Clemente VII, y de otros como Galileo, Copérnico, Erasmo, Napoleón, Voltaire, reyes y reinas de Europa.





Hay quienes critican los llamados “tesoros o riquezas“ del papa creando toda una “leyenda negra”; sin embargo, es importante saber que esto es un patrimonio de todos los católicos, conformado por piezas arqueológicas, monumentos, obras de arte, reliquias y demás; que certifican el legado de la Iglesia Católica en la historia de la humanidad. 

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